El Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) aseguró que el apagón del pasado 7 de mayo se originó en los estados que superaron los 40 ºC y el Sistema Interconectado Nacional (SIN) entró en estado operativo de emergencia.
Según el Instituto Politécnico Nacional, este año se estima que se registren varias olas de calor entre abril y noviembre con temperaturas por arriba de los 45 ºC, provocando sequías e incendios forestales.
La ola de calor cambió los hábitos de consumo
Lo anterior significó que las reservas de energía se encuentran por debajo de los niveles considerados seguros, lo que lleva a que el sistema eléctrico funcione fuera de márgenes normales.
«El uso de artículos como aires acondicionados y ventiladores provoca que los hábitos de los consumidores cambien», asegura Marta Conejos, profesora de EAE Business School.
Conejos sostiene que los consumidores optan por productos que responden más a la necesidad inmediata que impone el calor, pero también buscan reducir la necesidad de desplazamientos y salidas de casa.
Con la ola de calor, de acuerdo con la Comisión Federal de Electricidad, la demanda de energía aumentó 5% en México, tanto en hogares como en comercios.
Por ejemplo, ese 7 de mayo, la demanda pasó de 47,000 megawhats, a las 11 de la mañana, a más de 48,400 megawhats, a las 5 de la tarde. Esto colocó al país en un límite de 3% menos de margen en la reserva de electricidad.
En un futuro, las afectaciones podrían ser mayores
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indica que el aumento en las temperaturas también podría reducir el rendimiento escolar, empeorar la salud y tener menor productividad, lo que influiría en las decisiones de inversión de las empresas.
Por otro lado, se espera que a finales de siglo las temperaturas de América Latina y el Caribe aumenten 1º y 4º C, lo que traerá desastres naturales y efectos económicos que reducirán el crecimiento de las ciudades, afectando a las personas con escasos recursos.