Ni un miserable atún
Por Salvador Hernández LANDEROS
La inteligencia, sensibilidad, humildad y oficio político, son cualidades y virtudes que no se dan en maceta. Así mismo, también, el talento brilla por su ausencia.
La tragedia ocurrida en el predio “El Pozo”, ubicado en un sector de la colonia Valles de San Bernabé al norte de Monterrey, evidenció al nivel oficial.
Ni la autoridad municipal ni la estatal procedieron como correspondía para evitar la incertidumbre de las familias afectadas que sufrieron pérdidas.
Tanto Samuel García, como Luis Donaldo Colosio, se comportaron como simples pobres criaturas, sin sentimientos ni humildad, al aportar una ayuda.
¿Por qué no actuaron solidariamente? Muy simple, ellos tuvieron la suerte de no carecer de nada. De niños no tuvieron hambre y nunca padecieron frío.
Comida y techo nunca les faltó. Para nada están calados en la pobreza. No saben lo que cuesta un miserable atún. No hay en ellos sensibilidad.
Y entre los funcionarios de ambos gobiernos, municipal y estatal, tampoco les permea entre ellos lo mismos la necesidad, el hambre y la angustia.
Tan sencillo que sería implementar un Plan DN3. Como en otros tiempos, el Ejército ya hubiera montado cocinas y cobijo para paliar el hambre y el frío.
¿No le remorderá la conciencia al gobernador? El lomo de marlín de Ensenada, de textura carnosa parecida al atún, tiene un costo de 350 el kilo.
Los dos jóvenes políticos aún están a tiempo de enmendar la plana. Instalar cocinas y dar los tres alimentos a las 120 familias de damnificados.
Nomás por favor, que no se vistan como Los Tres Reyes Magos y acudan a hacer su show. Basta con ordenar y poner a trabajar a funcionarios. Así de fácil