“Los agentes y personal técnico especializado de la DEA será de un máximo de 39 elementos con calidad de agentes y 32 administrativos o técnicos especializados”, dice el documento oficial de 13 páginas.
Desde ese octubre de 1992, en la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, la función y distribución de los agentes de la DEA en México tenía objetivos de injerencia condicionados al avance en el combate al trasiego de drogas y la captura de narcotraficantes, lo que nunca ocurrió.
“Este número –de agentes– se reducirá en forma gradual, en la medida en que la Procuraduría General de la República incremente su infraestructura de atención al narcotráfico”, indican los documentos y que exponen claramente que ante el fracaso de la lucha antinarco, la DEA en México creció.
El gobierno de Salinas de Gortari, por conducto de la SRE, autorizó la distribución de los 39 agentes de la DEA de la siguiente manera: tres en la dirección de la dependencia ubicada dentro de la embajada de Estados Unidos en la capital, en el consulado general en la Ciudad de México otros 14, en el de Guadalajara, cuatro; en Mérida, tres; en Hermosillo, cinco; en Mazatlán, cinco y otros cinco en Monterrey.
Los 39 agentes, sin contar a los 32 funcionarios administrativos de la DEA cuya estancia se autorizó, se limitarían a realizar actividades de desarrollo e intercambio de información, apoyo técnico y capacitación. Nada más.
Como resultado de los oficios del Departamento de Estado y a nombre del Departamento de Justicia, entre 1992 y 2006 la SRE autorizó al gobierno de Estados Unidos elevar a 42 el número de esos agentes.
Proceso intentó obtener la fecha o fechas en que se dio luz verde al ingreso a México de otros tres agentes de la DEA, pero por tratarse de “información confidencial” ni el Departamento de Justicia de Estados Unidos ni la SRE mexicana proporcionaron esos datos.
El único dato correspondiente al incremento de agentes de la DEA entre 1992 y 2006 obtenido por el reportero, fue que los tres policías antinarcóticos extranjeros fueron asignados a Tijuana.
Más agentes
En los últimos meses del sexenio de Vicente Fox, por presiones de Washington el exmandatario mexicano aceptó acreditar a otros 12 agentes de la DEA y que abriera oficinas regionales en Monterrey, Nuevo Laredo y Nogales.
Narrado en detalle en el libro La DEA en México (Grijalbo, 2013) de la autoría del reportero, la negociación para aceptar a los 12 nuevos agentes y las tres oficinas regionales estuvo a cargo de Gerónimo Gutiérrez, entonces subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte por parte del gobierno foxista; por la DEA fue José Baeza, jefe de la dependencia estadunidense en la capital mexicana.
–¿Hubo algún condicionamiento por parte del gobierno de México? –preguntó a Baeza el reportero para la elaboración del libro.
–Que no lo hiciéramos público; nos pidieron que hiciéramos lo necesario para que el pueblo mexicano no se enterara. No querían que los ciudadanos mexicanos supieran que nos dieron el permiso para tener 12 agentes y tres oficinas más en México –respondió Baeza.
Con la venia de Fox, desde hace 15 años la DEA cuenta con 54 agentes y un número desconocido de personal administrativo superior a los 32 autorizados en el sexenio salinista, que operan en el país.