Agudizaron comicios en España el laberinto político

El jefe de gobierno en funciones, Pedro Sánchez, habla con las integrantes del PSOE Adriana Lastra (derecha) y Cristina Narbona, antes de una reunión en la sede de ese partido en Madrid, ayer.

Madrid, España, 12 Nov. 2019.-  El escenario que surge de las elecciones del domingo pasado es aún más complejo que el que había, con un reparto de escaños que hace que cualquier pacto, a izquierda o derecha, sea muy difícil, coinciden todos los partidos políticos, analistas y asesores.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), vencedor de la contienda, pese a haber perdido tres diputados, lo único que confirmó fue que no iba a intentar un acuerdo con el derechista Partido Popular (PP), su rival histórico, que tampoco se mostró en favor de ello. En medio de la incertidumbre y zozobra, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, anunció su dimisión y el abandono definitivo de la política después de su histórica debacle electoral.

Las segundas elecciones en menos de siete meses en España no despejaron el panorama político, que mantiene al país paralizado desde hace más de dos años, sin presupuestos actualizados y sobre todo sin un gobierno estable que ponga en marcha las políticas públicas que se requiere.

El presidente en funciones y candidato del PSOE, Pedro Sánchez, apostó por unas segundas elecciones que desbloquearan la situación, que dieran más diputados a su causa y consolidaran su plan de un gobierno en solitario con apoyos puntuales para sacar reformas o los presupuestos.

Pero el plan falló, pues no sólo perdió diputados –pasó de 123 a 120–, sino que además su potencial aliado en la izquierda, Unidas Podemos (UP), salió debilitado –al pasar de 41 a 35 escaños–. Además se fortaleció de forma ostensible el bloque de la derecha y emergió con fuerza el partido de extrema derecha Vox, que consiguió 52 diputados y se convirtió en la formación política de este cariz con más representación de Europa a pesar de enarbolar un discurso xenófobo, machista y antinacionalista.

El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, se mostró irritado cuando compareció ante los medios y la mayoría de las preguntas incidían precisamente en el fracaso de la empresa, en subrayar la complejidad del panorama y los peligros que se abren con la irrupción de Vox. Parece que hemos perdido las elecciones. Pero no, las preguntas que me deberían hacer es si esperamos que los otros rivales políticos reconozcan que hemos ganado tres veces las elecciones, aseguró Ábalos con tono áspero.

El PSOE asegura que presentará en los próximos días una propuesta a cada partido para desbloquear la situación, pero ya empieza a recibir las exigencias de cada uno. Por ejemplo, desde la formación liderada por Pablo Iglesias, UP, se le condicionó el apoyo a la asignación de al menos seis o siete ministerios, además de un puesto de relevancia a su máximo dirigente, presumiblemente una vicepresidencia.

Un gobierno de izquierdas sólo sería posible con el apoyo de las formaciones independentistas catalanas, que advirtieron que su apoyo no será gratis y pondrán sobre la mesa tanto la amnistía o liberación de los presos políticos y el retorno de los exiliados, así como la resolución del conflicto catalán mediante un referendo de independencia.

Desde la derecha, el PP, con el único con el que el PSOE sumaría los diputados necesarios para una mayoría absoluta, dijo que en ningún caso se plantea una gran coalición, al insistir en que las urnas les situaron en la oposición y tienen el deber de seguir siendo la alternativa al actual gobierno, máxime cuando su principal competidor en su espectro ideológico es Vox.

Aunque aún nadie se atreve a pronunciar la posibilidad de unas terceras elecciones, las actuales posturas no auguran un acuerdo inminente.

El primer gran damnificado de la jornada electoral fue el líder de C’s, Albert Rivera, que menos de 24 horas después de los comicios anunció que renunciaba a su cargo, a su acta de diputado y además abandonaba definitivamente la política.

Su formación fue la gran derrotada de la noche, al perder más de un millón de votos, 80 por ciento de su representación parlamentaria y perder presencia en más de la mitad de las provincias en las que estaba. Es decir, pasó de tener 56 diputados a 10.

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